martes, 15 de septiembre de 2009

VIOLETA


San Carlos (Chile), 1917.
Los árboles se quedaron sin hojas, los pájaros de mucho canto se
marcharon, el sol entristeció de mil silencios y las lunas fueron hielo en
madrugadas... El cielo se hizo agua, y el agua caminó por las miradas...
Las noches fueron largas, fueron tristes y el invierno fue el dueño de los
tiempos...
De pronto: los campos se pintaron de violetas, las parras uvas trilces
cosecharon, y el vino se hizo música en guitarras... Violeta fue la flor del
pentagrama...
Dicen los vecinos de San Carlos que ese año la primavera se equivocó y
llegó en octubre... dicen que llegó con ansias de liberar pájaros y gentes,
con vino dulce y amargo en las entrañas, con guitarras-palomas que
volaban... que llegó con la magia de amores en la piel, con el fuego en el
lecho y en la sed... dicen que llegó dando "gracias a la vida que me ha
dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto. Así yo distingo risa
de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de
ustedes que es el mismo canto. El Canto de todos que es mi propio canto".
Y ese rincón de Chile se hizo canción, canto surgido del barro como almita
nacida de mil pueblos, alma chiquita y grande venida de la raíz misma de
esta parte de abajo o sur, o vida... Violeta-primavera de la América, que es
mujer-sueño-esperanza... sueños, sueños, sueños...
"Cuando naciste fuiste bautizada como Violeta Parra -dijo Nicanor-. El
sacerdote levanto las uvas sobre tu vida y dijo: 'Parra eres y en vino triste te
convertirás, en vino alegre, en pícara alegría, en barro popular, en canto
llano'. Santa Violeta, tu te convertiste en guitarra con hojas que relucen, al
brillo de la luna. En ciruela salvaje transformada. En pueblo verdadero, en
paloma de campo...".
Primavera de madre sola y diez hermanos, de hogar humilde, de decires
recogidos de la vida, de dolores-amores en la piel, de notas musicales y
lienzos pintados, de rincones de amigos y poetas y locos que imaginan otro
mundo y rebeldes que hacen falta como hacen falta sueños. Y vivió por la
gente entre la gente... preocupada siempre de los otros dijo Nicanor:
"Cuando no del sobrino, de la tía, cuando vas a preocuparte de ti misma.
Viola Piadosa. Tu dolor es un círculo infinito que no comienza no termina
nunca pero tu te sobrepones a todo. Viola Admirable".
Y vivió para crear-cantar-mostrar la música de un continente que ardía. Y
siendo primavera, no conoció la primavera popular, y tampoco el invierno
de fusiles y muertes... Un día de febrero de 1967 decidió matar los
padeceres, decidió volar y se marchó. "Qué manera de caer hacia arriba
-dijo Nicanor-. Y de ser sempiterna esta mujer. De cielo en cielo corre o
nada o canta. La Violeta terrestre: la que fue, sigue siendo. Pero esta mujer
sola en su ascensión no sube solitaria: la acompaña la luz del toronjil, del
oro ensortijado de la cebolla frita, la acompañan los pájaros mejores. La
acompaña Chillán en movimiento".
Y Violeta se fue, dando "Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio el
corazón, que agita su marcha, cuando miro el fruto, del cerebro humano,
cuando miro al bueno, tan lejos del malo, cuando miro el fondo, de tus ojos
claros"... Se fue con la vida en el corazón, con el amor perdido en la
memoria, con el fuego en la piel, con la música en el aire, con el aire... se
fue como vino... alegre y triste, añorando la mañana...


Violeta Parra. Nace en San Carlos, provincia de Ñuble, 400 kilómetros al sur de Santiago. Su madre, abandonada por
su esposo, la cría junto a diez hermanos. Su infancia transcurre en el campo. A los 9 años se inicia en la guitarra y el
canto. A los doce escribe sus primeros versos y canciones. Empieza su vida artística cantando en circos y bares,
hasta que en 1953 presenta un recital con gran éxito en la casa de Pablo Neruda. Radio Chilena se hace eco y decide
transmitir sus canciones. Así pasa a ser conocida en todo el país y a realizar giras por distintas provincias. En 1955
participa en el Festival de la Juventud, en Polonia. Ese mismo año graba su primer disco para Chants du Monde, del
Museo del Hombre.
Es una de la primeras cantantes chilenas que busca las raíces del folclore de su país. Además logra proyectarse como
una de la figuras más representativas del movimiento latinoamericano que utiliza el canto y el arte en general, como un
instrumento de la lucha social.
Su vida la pasa yendo y viniendo entre Santiago y Europa. En Chile funda el Museo de Artes Populares de
Concepción, en el que trabaja en la música, la tapicería y la pintura. En Europa, expone su obra en 1964, en el museo
de Louvre, en París, con gran repercusión. En 1965 funda en Santiago el Centro de Cultura y Folclore "La Violeta",
lugar de creatividad para los integrantes de la nueva canción chilena y latinoamericana. Un centro de arte popular que
juntó a cantantes y poetas como Víctor Jara, Paco Ibañez, Soledad Bravo, Mercedes Sosa, Pablo Neruda y Atahualpa
Yupanqui, entre otros.
Cantando a las cosas cotidianas, al dolor, a la vida, al amor, Violeta Parra camina su vida. Innumerables canciones
suyas recorren la geografía del mundo en distintos idiomas. "La carta", "Gracias a la vida", "Santiago penando estás",
"Ausencia" y "Casamiento de negros", son solo algunas. Dicen aquellos que la conocieron, que vivió padeciendo "mal
de amores", gozando-vibrando-sufriendo cada relación de pareja. Se suicidó, en la Carpa de la Reina, periferia de
Santiago, un día de soledades y tristezas, el 5 de febrero de 1967.

Extraido del libro "Mujeres del siglo XX".

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