martes, 15 de septiembre de 2009

La mirada indígena


Por casi un mes, cineastas y comunicadores indígenas recorrieron España mostrando sus obras y develando la cara oculta de los Estados latinoamericanos. Miembros de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación Indígena (CLACPI), reivindicaron con fuerza el derecho y la oportunidad de contar por ellos mismos la realidad social, cultural y política de sus pueblos.
El cine en Latinoamérica es mucho más que Hollywood y su industria del entretenimiento light. La comunicación es mucho más que Televisa, El Mercurio o Copesa y su industria de la desinformación masiva. De ello dieron buena prueba en diversas comunidades autónomas de España cineastas y comunicadores indígenas, partícipes de una Muestra Itinerante de Cine y Comunicación Indígena, celebrada entre el 8 de marzo y el 5 de abril del presente año.


En total, una docena de comunicadores procedentes de la región, entre ellos, Iván Sanjines (Bolivia), Jeannette Paillán (Chile), José Luis Matías (México), Hortensia Hidalgo (Chile), Nicolás Ipamo (Bolivia), Janeth Cuji (Ecuador) y Silsa Arias (Colombia). De orígenes aymara, nahua, chiquitano, kankuamo, mapuche y kichwa, entre otros pueblos, presentaron sus trabajos y participaron en coloquios y debates en Madrid, Bilbao, Donostia, Barcelona, Valencia, Castellón y Alicante, entre otras ciudades de la península ibérica.

Todos ellos dieron cuenta del florecimiento de un universo audiovisual e informativo propio, que tiene en la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación Indigena (CLACPI) a uno de sus principales referentes regionales. Desde esta plataforma surgida a mediados de los años 80’, diversos pueblos indígenas reivindican hoy el derecho y la oportunidad de contar su propia realidad social, cultural y política. Es la tarea que los convoca a diario en sus países de origen y es precisamente aquello lo que quisieron mostrar en Europa.

Bajo el título, “El Universo Audiovisual de los Pueblos Indígenas”, la gira contempló diversas muestras de cine. Las obras eran aquellas que resultaron premiadas en septiembre de 2008 en Bolivia en el marco del IX Festival Internacional de Cine y Vídeo de los Pueblos Indígenas, evento organizado por CLACPI y donde participaron cintas de Brasil, El Salvador, Bolivia, India, Colombia, Chile, Namibia, Canadá y Venezuela, entre otros países. Cada estación contempló además mesas redondas donde los comunicadores expusieron sobre sus iniciativas y respondieron inquietudes sobre la situación actual de los pueblos indígenas en Latinoamérica.

Nada de ello hubiera sido posible sin el apoyo de contrapartes locales como Casa de América en Madrid, Mugarik Gabe en el País Vasco, Alternativa de Barcelona y la Asociación para la Cooperación con el Sur - Las Segovias (ACSUD) en Valencia. En esta última comunidad, la muestra se enmarcó dentro de las actividades que ACSUD desarrolla en su programa anual de sensibilización social “Palabras que Caminan”. Lejos del paternalismo clásico de ciertas ONGs europeas, la entidad valenciana –surgida en los setenta en apoyo a los Sandinistas- buscó que fueran los propios realizadores quienes relatasen su realidad cotidiana y sus luchas. Sin intermediarios. Lo propio sucedería en el País Vasco y Catalunya. Azkintuwe acompañó parte de la gira de estos comunicadores y nos maravillamos con su valentía y compromiso.


La otra comunicación

Jeannette Paillán es mapuche y cineasta. En ese orden. Señala que su trabajo es contar al mundo cómo son los pueblos indígenas de Latinoamérica y, en especial, cómo es su gente, los mapuches, la “gente de la tierra”, habitantes del cono sur del continente. Lleva muchos años trabajando en el mundo audiovisual y ha obtenido numerosos galardones, entre los que destaca el Premio Ciudad de Córdoba a la Comunicación Solidaria, el mismo que recibió en su momento el escritor Eduardo Galeano y el periodista Ignacio Ramonet. En Chile forma parte de Lulul Mahuida, organización con base en Santiago y dedicada al desarrollo de las comunicaciones. Actualmente Paillán es la Coordinadora General de CLACPI y como tal, le correspondió ser una de las principales responsables de la gira. Difundir los trabajos de cineastas y comunicadores indígenas era uno de los objetivos principales. También remecer algunas conciencias, reconoce.

“Nos interesa que el público español conozca lo que está ocurriendo en nuestros pueblos, con nuestra cultura, porque hay un importantísimo porcentaje de pueblos indígenas que corren riesgo de extinguirse y están viviendo una enorme violación de sus derechos humanos. También nos interesa mucho que se conozca al máximo nuestra cultura y esta muestra es una forma de expresar que somos pueblos que tenemos algo que decir”, señala a Azkintuwe. “Este tipo de iniciativas nos permiten acercar nuestras realidades al público español desde nuestro punto de vista y no contado por otras personas”, explica Paillán. “Pero también son importantes porque muchos de los proyectos de grandes empresas que se ejecutan en nuestros territorios son españoles o europeos, y esa realidad desafortunadamente la desconoce la ciudadanía. Se desconoce la destrucción que sufre nuestra tierra, la tierra de todos y todas, no sólo la de los pueblos indígenas”, agrega.

A juicio de Paillán, el cine, el vídeo, las imágenes pueden mostrar además la verdadera realidad indígena, lejos de los lugares comunes y aquel estereotipo del “buen salvaje”, tan propio de los europeos a la hora de observar a los pueblos originarios. “El cine te transporta a una realidad que ni tú muchas veces te imaginas. Tiene una forma tan rica, tan especial de enseñarte toda la cultura, la realidad de una ciudad, o de un país... Además, el cine también sirve para desmitificar ciertos mitos sobre la comunidad indígena, como por ejemplo, la mentalidad de la sociedad en general de que los indígenas son gente que se resiste a la modernidad, a la globalización que se está dando en todo el mundo. Y por otro lado, aunque relacionada con la anterior, está la idea equivocada que muestra al indígena como un ser puro, incuestionable, porque esto no siempre es así, por ello intentamos mostrar a pueblos más humanos, con las mismas sensibilidades y debilidades que cualquier otra cultura”, enfatiza.

Pero la realizadora mapuche también aprovechó de mostrar parte de su trabajo en España. En concreto, “Perimontun”, en el que explora los caminos de la ficción. “Perimontun” (o “premonición”, en español) grafica el viaje de una joven mapuche hacia su destino como machi, obra que a todas luces va mucho más allá del cine documental o de denuncia. Paillán gusta destacar que el cine indígena esta en constante evolución y su propio trabajo es prueba de ello. Y es que a nivel de CLACPI, señala, quieren hacer uso del cine como “un medio de expresión propio, no solo como herramienta para la denuncia social”.

“Es una forma de plasmar nuestra cultura a través de una estética propia”, nos dice. Por ello, no sólo el documental es el género que cultivan, sino que nuevas formas expresivas como el vídeo arte, el cine experimental o el cine de animación se han incorporado al trabajo de estos realizadores, como “Gente Pájaro”, vídeo experimental de Chile; el clip brasileño “Cuerpo a Cuerpo”; o el corto de animación “Elal y los animales”, basada en el mito de creación del pueblo Aonikenk en la Patagonia.


Trasnacionales y gobiernos

En el Ejido de El Carrizalillo, Guerrero, se localiza el yacimiento de oro más grande de México. Sin embargo su población vive en la más absoluta pobreza. A principios del 2007, los ejidatarios se organizaron para exigirle a la empresa minera Goldcorp, una transnacional canadiense, un pago justo por la renta de las tierras que explotaba y beneficios sociales para la comunidad. Todo ello fue registrado por José Luís Matías Alonso en “A Cielo Abierto”, la historia de un pueblo que se organizó, luchó y ganó. José Luís, de la productora Ojo de Tigre Video y activo miembro de CLACPI, llegó a Valencia con la intención de dar cuenta de esta lucha.

A miles de kilómetros al sur de México, en Chile, donde vastas plantaciones forestales abren puertas a mercados internacionales pero causan estragos en el medio ambiente – y en la vida del pueblo mapuche - dos vecinos: un poderoso terrateniente y un respetado lonko se enzarzan en una disputa por tierras. Una noche la casa del terrateniente arde en llamas. El terrateniente acusa a su vecino mapuche y sin escuchar sus protestas de inocencia lo lleva a la Corte de Justicia. Lo que parecía entonces una simple disputa entre vecinos, deviene en un choque brutal entre dos culturas, donde el poder y las influencias del terrateniente terminan inclinando la balanza de la justicia a su favor.

Lo anterior es lo que retrata el documental “El Juicio al Lonko Pascual Pichún”, de la documentalista Maria Teresa Larrain, también presente en la gira de CLACPI. Y las historias se multiplican. Altiplano chileno, decenas de pastores y campesinos indígenas mutilados año tras año por minas antipersonales en uno y otro lado de la frontera. Estas fueron diseminadas en los territorios de los pueblos Aymara, Quechua y Lickanantay por los gobiernos de Chile, Perú y Bolivia. De ello trata “Mutilados en el Olvido”, documental de la realizadora aymara Hortensia Hidalgo, quien viajó hasta Valencia desde Arica para visibilizar ante el público español a las víctimas “sin nombre ni apellido” de las controversias limítrofes del Cono Sur. Miembro de CLACPI, Hidalgo reconoce que más allá de pretensiones artísticas, su obra busca primordialmente denunciar una situación de injusticia que la golpea y enrabia.

“Mi trabajo refleja una situación brutal que acontece en el norte de Chile y que en nuestro propio país se desconoce totalmente”, señala Hidalgo a Azkintuwe tras un alto en las actividades programadas en Valencia. “Los medios masivos son monopolios donde difícilmente podemos acceder como indígenas. Allí toma fuerza y validez la creación de medios propios, las radios comunitarias, la prensa escrita, utilizar las nuevas tecnologías, los blogs, los sitios webs, los grupos de Facebook, etc. Debemos cada día desarrollar estas herramientas para permear los grandes medios y hacer oír nuestra voz”, indica Hidalgo. “No son tecnologías propias, pero con inteligencia les podemos dar un nuevo enfoque para proyectar nuestras realidades como pueblos”, agrega. Para unos y para otros, romper los cercos informativos constituye un objetivo central. Las razones nos las entrega Jeannette Paillán.


“En nuestros países no existe libertad de expresión, porque somos sociedades que venimos de dictaduras donde han sido los no indígenas, los blancos, los que han estado siempre en el poder. Por ello siempre tenemos que hacer frente a un problema de falta de información. En concreto, en Latinoamérica hay un cerco informativo y el flujo de información es muy selectivo, en todo momento a la prensa la dominan fuertes intereses”, subraya. Es aquí donde el audiovisual se transforma en valiosa herramienta de lucha, aun cuando Paillán se muestra realista sobre los efectivos alcances de su trabajo. “Aunque con el cine se pueden conseguir muchas cosas, quiero remarcar que desafortunadamente las películas por sí solas no pueden derrocar y acabar con las violaciones de derechos. Es necesario aplicar otras estrategias que tienen que ver más bien con propuestas políticas y estrategias de lucha que surgen de los propios pueblos”, remarca.

De propuestas políticas y estrategias de lucha si que saben los comunicadores y cineastas indígenas de Bolivia. Nicolás Ipamo (en la Foto) forma parte de la Coordinadora Audiovisual Indígena-Originaria de Bolívia (CAIB) y también de CLACPI. Cruzó el Atlántico para presentar “El Grito de la Selva”, primera película de largometraje realizada por indígenas en la amazonía boliviana. La cinta narra acontecimientos basados en hechos reales sucedidos entre los años 1990 y 1996 en el contexto de la preparación de la histórica marcha que los pueblos indígenas del Beni iniciaron a la ciudad de La Paz en reclamo de dignidad y territorio.

“La cinta aborda el papel y lucha de las comunidades en la defensa de sus derechos y es fruto de un proceso de capacitación de 30 comunicadores y comunicadoras indígenas de los pueblos del Beni. En un periodo de dos años ellos han elaborado materiales en radio y video con mensajes referidos a derechos de los pueblos indígenas y las diferentes problemáticas que les afectan. Es un proceso que está en marcha, que está dando sus frutos y que nos compromete a seguir avanzando. Entendemos que la comunicación no solo es una herramienta para denunciar cosas, también es un derecho que tenemos y que demandamos”, señala Ipamo.

Además de esta conmovedora cinta, Ipamo presentó también “Tsimane: El Grito de Nuestra Tierra”, cinta de ficción que refleja la lucha de las comunidades Tsimane frente a empresas madereras, así como la riqueza cultural y de convivencia con la naturaleza que caracteriza a este pueblo en la Provincia Ballivián del Beni. Si bien el gobierno del presidente Evo Morales ha significado un paso gigantesco en la batalla contra el racismo y los atropellos de antaño, aun persisten graves amenazas que se ciernen sobre los pueblos originarios de Bolivia, reconoce Ipamo.

“En Bolivia los indígenas hemos llegado al gobierno, pero no tenemos aun el poder. Los grandes problemas que hay son los mismos de antes. Allí están los grandes terratenientes, que son los mismos que están en el Senado nacional y que tienen poder económico y monopolio político”, subraya el realizador pertenciente al pueblo chiquitano. “Por ello desde Bolivia traemos principalmente material de denuncia, porque los grandes medios de allá y de acá no muestran lo que sucede realmente en nuestro país. Existe mucha tergiversación y manipulación de la prensa contra Evo, es algo que se observa en Bolivia, mucha tergiversación. Es una dura batalla la que estamos dando los comunicadores, pero cada día tenemos más aliados y mejores condiciones para desarrollar nuestro trabajo”, agrega.

Hoy el epicentro de la lucha de los indígenas en Bolivia es la denominada “Media Luna”, compuesta por los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando. La zona es aproximadamente la mitad del país, ocupa la región oriental, limitando sobre todo con Brasil y concentra en 42% del PBI boliviano, incluyendo ricos yacimientos de hidrocarburos, sobre todo de gas, y grandes llanuras de importancia agro-ganadera. “Si bien hay avances, traemos documentales que muestran lo que se vive hoy en esos departamentos, donde las madereras, los empresarios mineros, los grandes terratenientes siguen amenazando la vida de los pueblos indígenas. Es una lucha que aun se libra en Bolivia y los comunicadores tenemos el deber de mostrarla al mundo”, finaliza Ipamo / AZ


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