martes, 15 de septiembre de 2009

MARÍA CANO


Medellín, 1929.
Llueve. El cielo ya no se despeja, llueve casi todo el día. Las gentes
parecen no existir. Abandonan todos los pensamientos. Las tierras están
vacías, la lluvia azota los rostros que se van marchando, mezclados entre
el temor y la duda. Los que se obstinan en quedarse ocultan sus ojos
dentro de los plátanos.
Llueve. Llueve sobre la sangre que anda en las miradas y los frutos. Sobre
el poco reír y la mucha lágrima. Llueve desde ayer en la noche y desde
antes. El agua no logra lavar el recuerdo que, todavía está húmedo,
tiritando de frío y tristesías. Lo único que se mueve en el caminar del viento
son la voces desgarradas por tanto fusil disparando. Gritan las voces,
imploran, reclaman, están ahí. Las plantas de banano las ocultan entre sus
hojas. Ojos.
Ella, desde un minúsculo cuarto lleno de rejas, solitario testigo de una
mirada atormentada por las balas, piensa en las primeras huelgas que se
dieron en los territorios de la United Fruit Company, que es como hablar de
los dueños de muchas personas y presidentes en gran parte de la América
que está abajo del río Bravo.
Mientras los números caían-caen en el norte, en Colombia caían-caen los
trabajadores de las bananeras. En realidad, hace tiempo que venían-vienen
cayendo o no viviendo como dicen algunos... Pero ella, "La Flor del
Trabajo", como la nombran todos, se hizo parte del grito y habló de los
derechos de las mujeres y de los que trabajan. Y para todas esas gentesfrutas
salidas de esta tierra, ella fue-es como una lucesita, a pesar del
encierro y la lluvia o el poco sol que quedó. Queda.
Había nacido en Medellín el siglo pasado, se hizo periodista solo para
escribir sobre la necesidad de que los gobernantes dieran más importancia
a las personas que a las plantas de banano, a la vida que a las empresas
norteamericanas, a los obreros que a los dueños de la moneda. Y en las
reuniones improvisadas cercanas a las plantaciones, con una voz firme
pero suave, supo marcar a fuego la no justicia, supo hablar de desterrar la
lluvia, supo contar de un sol que todos debían conquistar y, supo estar al
frente en el hacer. Hizo.
Ahora, María, al cabo de tantos días tras los muros, imagina un futuro, otro.
No sabe de las peleas entre sus iguales, ni de sus últimos veinte años en
silencio, sola, esperando que otros encuentren el sol. No sabe que un día
de 1967, poco antes de que las gotas dejen de sonar en sus oídos, volverá
a decirse: "algún día acabará el invierno". Llueve.

María Cano. Nació en Medellín (Colombia), en 1887. Fue conocida como "La Flor del Trabajo", por sus discursos en
actos sobre la condición laboral, su compromiso con las causas de los trabajadores y sus artículos políticos en los
periódicos "Cyrano" y "La Justicia". Se constituyó en la principal líder de la clase obrera colombiana en el primer tercio
de este siglo, participando en las grandes movilizaciones de la época. Adquirió notoriedad al liderar las huelgas en la
United Fruit Company. Después de la masacre de los trabajadores de la bananeras en 1929, fue perseguida y
encarcelada. Los conflictos y las contradicciones internas del Partido Socialista Revolucionario, que ayudó a fundar, la
llevaron a auto-marginarse en su casa de Medellín, donde murió en 1967, luego de veinte años de silencio.

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